“Fugain se planta en la comisaría para informar de que hay un cadáver en la entrada de su edificio. Lo que no espera es toparse con el capitán Buron, que le someterá a un arduo interrogatorio, a cada frase más delirante. Maestro del absurdo, Quentin Dupieux se traslada a la Francia de los setenta, se encierra en una comisaría y da rienda suelta a una comedia recibida con honores por la crítica gala.”
Este año comenzamos nuestra andadura en el festival de Sitges con un habitual en el certamen catalán, Quentin Dupieux y su surrealismo que tantas alegrías nos ha traído con films como Rubber, Wrong o Réalité.
En esta ocasión el director francés está algo más contenido y no arriesga tanto como en sus anteriores obras aunque igualmente nos ofrece una serie de gags hilarantes y unos personajes a cual de ellos más inclasificable.
Benoit Poelvoorde en el papel de comisario de policía y Gregoir Luding en el de testigo nos presentan el interrogatorio policial más absurdo de la historia del cine.
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