ESTADOS UNIDOS, 2024
TÍTULO ORIGINAL: Presence
DIRECTOR: Steven Soderbergh
GUION: David Koepp
REPARTO: Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Liang
DURACIÓN: 85 minutos
POV FANTASMAL
La premisa es más vieja que la humedad en la pared: familia compra casa. La casa tiene pasado. El pasado, por supuesto, sigue viviendo allí. Solo que esta vez Steven Soderbergh decide que no vamos a seguir a la familia. Vamos a seguir al espectro.
Sí, el punto de vista del fantasma. Y no esperen a un ente rencoroso lanzando platos ni poseyendo adolescentes. Nada de eso. Este fantasma no grita, no arrastra cadenas, no se manifiesta con luces parpadeantes. Este fantasma observa. Y en ese gesto casi pasivo, casi melancólico, la película construye su relato.
El resultado es… curioso. La tensión no viene de lo que va a pasar, sino de lo que ya pasó y vamos entendiendo a través de pistas mínimas, detalles en el encuadre, movimientos sutiles. Es un terror sin sobresaltos, sin jump scares, casi sin voz. Minimalista hasta el extremo.
Lo que propone Soderbergh no es tanto una historia de miedo como una reflexión sobre la presencia, la memoria y el silencio. Pero claro, si entras esperando terror… buena suerte. La película no busca asustarte, ni siquiera incomodarte. Busca que mires. Que observes con el fantasma. Y eso, aunque interesante en papel, puede resultar desesperante en pantalla.
El giro final —porque sí, hay uno— llega con elegancia, pero no con fuerza. No es un “¡ah!” sino un “ah…”. Puede que eso sea deliberado, pero no deja de sentirse como un eco lejano en una película que nunca termina de levantar la voz.
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