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9/10/24

EL ÚLTIMO BLOG A LA IZQUIERDA... DE SITGES - NIGHT SILENCE

 


POLONIA, 2024


TÍTULO ORIGINAL: Night Silence
DIRECTOR: Bartosz M. Kowalski
GUION: Bartosz M. Kowalski, Mirella Zaradkiewicz
REPARTO: Maciej Damiecki, Zdzislaw Wardejn
DURACIÓN: 88 minutos

ABURRIMIENTO GERIATRICO



¿Sabes esa sensación de poner una peli con toda la ilusión del mundo porque el póster promete criaturas, sangre y gamberrismo… y a la media hora ya estás revisando el móvil, por si te estás perdiendo otra película más interesante en otra línea temporal? Pues eso es Night Silence de Bartosz M. Kowalski.

Y es que lo teníamos todo para una noche perfecta: un título sugerente, imágenes promocionales con atmósfera de cuento oscuro, y un director que nos había regalado joyitas macabras como Nobody Sleeps in the Woods Tonight. Todo apuntaba a que estábamos ante una monster movie con mala leche. Pero no. Lo que recibimos fue un drama contemplativo sobre la vejez, la soledad y la inevitable cita con la muerte, camuflado con una estética de terror que jamás se atreve a serlo.

No nos malinterpretes. No es que el cine reflexivo sobre la decadencia humana nos moleste. Pero una cosa es meditar sobre el paso del tiempo con sutileza —al estilo de The Father o Amour— y otra muy distinta es hacer que el espectador sienta que ha envejecido diez años en el primer acto.

Lo que empieza como una promesa de horror rural termina convertido en una caminata interminable por corredores silenciosos, miradas vacías, y personajes que hablan poco... y cuando lo hacen, no dicen gran cosa. La atmósfera está, sí. Pero sin tensión, sin ritmo, sin monstruo —más allá del peso metafórico de la decrepitud, que aquí se presenta como si fuera el villano de un cuento sin clímax.

Kowalski parece querer decirnos que el verdadero monstruo es el tiempo, y que todos estamos condenados a convertirnos en sombras de lo que fuimos. Bien. Pero hay formas más potentes de contar eso. Aquí, la historia simplemente se arrastra. Y tú con ella.

El tercer acto intenta despegar, hay algún destello visual que recuerda lo que pudo haber sido, pero ya es tarde. Lo único que te queda es resignarte, como sus protagonistas, al avance inexorable de la desilusión.

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