FRANCIA, 2023
TÍTULO ORIGINAL: L'amour ouf
LATIDOS DESCOMPASADOS
El romance puede ser un terreno fértil para el cine, pero también un campo minado cuando se confunde intensidad con repetición y transgresión con cliché. Beating Hearts arranca con una premisa intrigante, casi como si quisiera jugar con nuestras expectativas y prometer algo distinto. Pero pronto esa “trampa inicial” se revela como lo que es: un anzuelo vacío que nos condena a casi tres horas de un relato demasiado conocido.
Lo que queda es la enésima variación de la misma historia: el malote de turno que conquista a la chica, mientras la narrativa se encarga de suavizar, justificar o directamente blanquear la violencia y la delincuencia. Una fórmula que ya no sorprende ni emociona, y que aquí se siente especialmente caduca.
La duración tampoco ayuda: casi tres horas que pesan más de la cuenta, porque cuando el destino de los personajes es tan previsible, lo único que queda es la espera. Y la espera se hace larga.
A su favor, hay que decir que Adèle Exarchopoulos y Benoît Poelvoorde defienden con solvencia lo que tienen entre manos. Son de esos intérpretes que elevan incluso el material más deslucido, y aquí logran dar un poco de vida a un guion que, por sí solo, se desplomaría en la primera media hora.
Beating Hearts quiso latir fuerte, pero terminó siendo un pulso irregular, demasiado largo y demasiado antiguo en sus ideas.
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