CHINA, 2024
TÍTULO ORIGINAL: Escape from the 21st century
ESTORNUDOS Y VIAJES EN EL TIEMPO
A veces, entre tanta distopía gris, horror elevado y tramas que se creen más listas que sus espectadores, llega una película que simplemente te recuerda por qué amamos sentarnos frente a una pantalla. Y eso es exactamente lo que hace Escape from the 21st Century: te agarra por la nariz, te hace estornudar y te lanza de cabeza a una aventura tan absurda como entrañable.
La premisa es puro delirio: tres adolescentes descubren que pueden viajar en el tiempo… al estornudar. Sí, así de literal. Y con eso, la película se sacude cualquier pretensión y se entrega a una aventura juvenil frenética, nostálgica, colorida y absolutamente libre de cinismo.
Con aires de videojuego retro —guiños pixelados, niveles narrativos, jefes finales y checkpoints emocionales incluidos—, la cinta construye un universo de ciencia ficción ligera pero con fondo emocional, donde el futuro no es ni utopía ni apocalipsis, sino simplemente un espejo deformado de lo que somos ahora. Y claro, como en todo buen coming-of-age, los chicos no solo están viajando en el tiempo, también están huyendo de lo que significa crecer en el siglo XXI.
Visualmente, es un caramelo: neones, filtros VHS, efectos prácticos y una paleta que parece sacada de una consola portátil con resaca. Pero más allá de la forma, lo que realmente funciona es el corazón: las relaciones entre los personajes, su torpeza al enfrentarse a lo desconocido, y esa sensación de que la amistad —aunque sea entre timelines incompatibles— siempre es la respuesta.
Y lo mejor es que, en medio del caos narrativo, los guiños gamificados y los estornudos temporales, la película logra emocionar. Sin golpes bajos, sin manipulación barata. Solo pura humanidad bajo una capa de pixel art y gel para el pelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario