ESTADOS UNIDOS, 2024
TÍTULO ORIGINAL: A Different Man
LA BELLEZA DE LA IMPERFECCIÓN
Hay películas que no gritan, pero que retumban. Que no necesitan grúas, explosiones ni discursos sobreactuados para clavarte una espina. A Different Man es una de ellas: una tragicomedia con nervio oscuro, herencia directa del mejor indie noventero, donde la piel —literalmente— se vuelve escenario de una crisis de identidad más profunda de lo que parece.
La historia, sencilla en apariencia, descompone los conceptos de transformación, representación y autenticidad personal con una sutileza poco común. Lo que empieza como una reflexión casi grotesca sobre la apariencia física (con prótesis, deformidades y cirugía como lenguaje narrativo) termina siendo un estudio incómodo y dolorosamente humano sobre lo que pasa cuando dejamos de ser lo que los demás esperaban que fuéramos.
Y aquí, las actuaciones marcan la diferencia. El protagonista entrega una interpretación de las que se clavan sin necesidad de gritarle al Oscar, atravesando capas de maquillaje y vulnerabilidad con una precisión que duele. A su lado, el elenco secundario brilla sin robar foco, manteniendo ese tono contenido y ligeramente enrarecido que hace que cada escena se sienta real, pero también ligeramente fuera de lugar... como si algo no encajara. Y claro: ese "algo" somos nosotros.
Lo mejor es que A Different Man nunca cae en la autocomplacencia emocional. No hay moraleja masticada, ni redención forzada, ni ese falso positivismo que tanto abunda en películas sobre “ser uno mismo”. Aquí, las preguntas se dejan abiertas, el humor es negro y seco, y la incomodidad es parte del viaje, no un accidente.
Estéticamente, es austera pero precisa: planos fijos, paleta sobria, atmósferas silenciosas. Todo diseñado para dejar que el conflicto interior se filtre por cada gesto. Y aunque parezca mínima, su impacto es cualquier cosa menos pequeño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario