ALEMANIA, 2015
TÍTULO ORIGINAL: Victoria
DIRECTOR: Sebastian Schipper
PRODUCTOR: Catherine Baikousis, David Keitsch
GUIÓN: Sebastian Schipper, Olivia Neergaard-Holm
REPARTO: Laia Costa, Frederick Lau, Burak Yigit, Franz Rogowski
DURACIÓN: 138 minutos
VALORACIÓN: 8/10
Rodada en un único plano secuencia, el film tiene como escenario el famoso barrio berlinés de Kreuzberg. La cámara es testigo de todo lo que le pasa a la joven Victoria, una joven española de Berlín, durante dos horas de su vida: desde las cuatro de la mañana hasta las seis: desde que conoce a cuatro jóvenes para los que la noche acaba de empezar, y cómo en ese breve periodo de tiempo le suceden cosas que darán un giro total a su vida.
Detrás de una de las premisas más sencillas que he visto últimamente y que a priori, podría parecer más de lo mismo, Victoria esconde bajo su sencillez argumental y su puesta escena una de las películas más trabajadas que he tenido el placer de ver. Su sinopsis no revela demasiado más allá de lo que nos podamos imaginar y no seré yo quien diga que el guion es su punto fuerte, ya que no deja de ser un batiburrillo de situaciones ya vistas otras veces, pero resultas con una maestría técnica y una naturalidad que hacen que termines creyéndote hasta los momentos más surrealistas (que los tiene, pese al realismo que desprende).
La sensación de non-stop ayuda a sumergirse desde el minuto uno, mientras la cámara
busca a nuestra protagonista en mitad de una fiesta y desde entonces, somos Victoria casi al 100%. La seguimos en
este viaje por la noche berlinesa y junto a ella, somos testigos de cómo todo
se va complicando según los minutos van avanzando, siendo cada vez más tensa la
situación.
Pese a no contar con demasiadas sorpresas
argumentales, la técnica y el ritmo que Sebastian
Schipper le da a su obra son más que suficientes como para tenernos pegados
al asiento en más de una ocasión y aun imaginándonos como puede terminar todo
el embrollo el viaje sigue siendo de lo más disfrutable (o sufrido, según se
mire) hasta llegar al final del trayecto.
Todo esto es posible en parte también, a
la gran labor de Laia Costa, actriz
catalana a quién en su momento vi en Pulseras
Rojas (Pulseres Vermelles en
catalán) y que aquí arroya con su naturalidad y fluidez, incluso en las escenas
más inverosímiles para su personaje.
Su Victoria
és cercana y pese a que no toma las mejores decisiones (casi diría que toma las
peores en todo momento) en ningún momento se hace odiosa, al revés, se me hizo
muy fácil conectar y empatizar con ella. El resto del reparto también cumple de
sobra, aportando su dosis justa de naturalidad para hacer rodar el experimento
en el sentido correcto. Todo fluye con naturalidad hasta llegar a su final, que
lejos de los efectismos, encaja perfectamente con todo lo visto anteriormente,
cerrando correctamente la historia sin perder la credibilidad.
A
recordar: El realismo y veracidad que desprende desde el primer fotograma unido
a la naturalidad de sus intérpretes la hacen una película única, casi dentro
del documental. El trabajo detrás de este largo y único plano secuencia es
admirable y el resultado queda de maravilla. La angustia, la tensión y el drama
son palpables en todo momento.
Mejor
olvidar: Si nos
ponemos a buscarle originalidad más allá de su factura y el cómo está rodada,
nos daremos con un balde de agua fría. Su trama no tiene demasiado lugar a las
sorpresas ya que apuesta por otros campos para sorprender y jugar con el
espectador.
A mí me gustó mucho esta película y no pudo evitar convertirse en mi película del año!
ResponderEliminarBuenas Jessica,
ResponderEliminarPara mi también a sido toda una sorpresa. Una manera diferente de hacer una película.
Un saludo y gracias por pasarte!